Por Javier Bava.
Corría el mes de mayo de
1996, Defensores de Belgrano atravesaba una crisis institucional sin
precedentes, ya que existía la posibilidad de trasladar su Estadio a la
localidad bonaerense de Derqui. Paralelamente, afrontaba el torneo de la
Primera "B" Metropolitana, con un equipo conformado mayormente
por jugadores juveniles, dirigidos por Eduardo Masotto.
El sábado 4/5/1996, tras producir 5 empates consecutivos, Defensores, ubicado en la mitad de la tabla y sin problemas de descenso, debía enfrentar en el Bajo Núñez a su similar de Talleres (situado tan sólo 3 puntos arriba en las posiciones), en lo que hasta aquí seguramente sería, el último partido que disputaría en su cancha de Av. del Libertador y Comodoro Rivadavia, donde se hallaba afincado desde 1911.
El sábado 4/5/1996, tras producir 5 empates consecutivos, Defensores, ubicado en la mitad de la tabla y sin problemas de descenso, debía enfrentar en el Bajo Núñez a su similar de Talleres (situado tan sólo 3 puntos arriba en las posiciones), en lo que hasta aquí seguramente sería, el último partido que disputaría en su cancha de Av. del Libertador y Comodoro Rivadavia, donde se hallaba afincado desde 1911.
Sergio Simionato,
delantero surgido de las Inferiores, al convertir el gol del empate, cuando
expiraba el partido (ni siquiera hubo tiempo para reiniciar el juego), se transformaba
en el héroe de esa jornada, al ser el autor del último gol en ese legendario
reducto.
Recuerda Sergio claramente
el momento: "Si, ese día me hicieron varias notas radiales,
justamente por eso". La pregunta era "¿Qué se siente al hacer el
último gol en esta cancha?". Sin duda, para él, un jugador con no más de
media hora en primera división, verse acosado por varios medios periodísticos a
la salida del vestuario, sería un hecho novedoso. Inclusive, recuerda
Sergio que "vinieron varios hinchas con lágrimas en los ojos a
abrazarme, y el Gordo Cacho me regaló una remera".
Sergio Simionato apenas había jugado tan sólo 15 minutos en primera (sumados a los 5’ del empate en cero frente a Defensores Unidos de Zárate, dos fechas atrás, también en Núñez, cuando había reemplazado a Gustavo Gueren) y según expresa,"ese día, era mi segundo partido en primera". Comenta que antes del ingreso, "vino Roberto Vega (entonces Ayudante de Campo de Massotto, y posteriormente integrante de una dupla técnica con Jorge Traverso, que tuvo un paso fugaz por Defensores en 2003/04, cuando participaba de la Primera “B” Nacional) a decirme que no hiciera más que lo que había hecho para llegar ahí, que no quisiera hacer de todo, porque ellos me tenían en cuenta por lo que yo hacía. Que no corra al pedo ..."
Antes de entrar a la cancha (el partido estaba 1 a 0 en favor de Talleres, gol marcado por Roberto Arzani, promediando el segundo tiempo), Masotto me dijo "Pibe, empatame el partido, tenés 20’, y sabemos para lo que estás".
Bueno, Sergio cumplió con el pedido del DT, ya que la segunda pelota que tocó, cuando ya expiraba el partido, fue el gol del empate, al cual describe detalladamente: "el Casco (Hugo Rodríguez), en una corajeada llegó hasta tres cuartos de cancha, y puso un pase en profundidad entre los dos centrales para Walter Chaldú, que picó el balón por sobre la salida del arquero Matías Stampone, que llegó a tocarla”. La pelota dio en el palo y quedó picando en el área. “Le pequé de volea, en forma cruzada, y convertí el gol del empate". Es de imaginar la profunda emoción de nuestro héroe, y el grito de gol que atronó en el Pasquale, del último gol en el Bajo … casi nada.
Sergio Simionato apenas había jugado tan sólo 15 minutos en primera (sumados a los 5’ del empate en cero frente a Defensores Unidos de Zárate, dos fechas atrás, también en Núñez, cuando había reemplazado a Gustavo Gueren) y según expresa,"ese día, era mi segundo partido en primera". Comenta que antes del ingreso, "vino Roberto Vega (entonces Ayudante de Campo de Massotto, y posteriormente integrante de una dupla técnica con Jorge Traverso, que tuvo un paso fugaz por Defensores en 2003/04, cuando participaba de la Primera “B” Nacional) a decirme que no hiciera más que lo que había hecho para llegar ahí, que no quisiera hacer de todo, porque ellos me tenían en cuenta por lo que yo hacía. Que no corra al pedo ..."
Antes de entrar a la cancha (el partido estaba 1 a 0 en favor de Talleres, gol marcado por Roberto Arzani, promediando el segundo tiempo), Masotto me dijo "Pibe, empatame el partido, tenés 20’, y sabemos para lo que estás".
Bueno, Sergio cumplió con el pedido del DT, ya que la segunda pelota que tocó, cuando ya expiraba el partido, fue el gol del empate, al cual describe detalladamente: "el Casco (Hugo Rodríguez), en una corajeada llegó hasta tres cuartos de cancha, y puso un pase en profundidad entre los dos centrales para Walter Chaldú, que picó el balón por sobre la salida del arquero Matías Stampone, que llegó a tocarla”. La pelota dio en el palo y quedó picando en el área. “Le pequé de volea, en forma cruzada, y convertí el gol del empate". Es de imaginar la profunda emoción de nuestro héroe, y el grito de gol que atronó en el Pasquale, del último gol en el Bajo … casi nada.
Algún trasnochado podría
pensar que estarían mirando desde la “Tribuna de arriba” Gerardo Caldas, César
Giulidori, Oscar Lupo, Luis Estrella, Luis Ojeda, Humberto Dauría, Héctor
López, y tantos otros que supieron conmover las redes de la vieja cancha de
Blandengues y el arroyo Medrano.
Para Sergio, las emociones no finalizaron con la pitada final de Gabriel Brazenas, sino que describe como inolvidable, el abrazo del Casco Rodríguez (a quien considera uncrack, tanto dentro como fuera de la cancha), en el final del partido. En el vestuario, se acercó Masotto y le dijo: "No puedo creer lo que hiciste".
Reflexiona Sergio sobre su paso por Defensores: "imaginate que yo cumplí el sueño de jugar en el club del que soy hincha, junto a uno de mis ídolos”, además de hacer un gol que, en principio podría calificarse como histórico.
Días después, en una Asamblea General, los socios de Defensores de Belgrano decidieron mayoritariamente quedarse en la “cancha de toda la vida”. Allí mismo, en los otrora anegadizos terrenos donde hace un siglo se cruzaban la calle Blandengues y el arroyo Medrano, y donde Defensores permanece como único representante futbolístico del Barrio de Núñez.
Para Sergio, las emociones no finalizaron con la pitada final de Gabriel Brazenas, sino que describe como inolvidable, el abrazo del Casco Rodríguez (a quien considera uncrack, tanto dentro como fuera de la cancha), en el final del partido. En el vestuario, se acercó Masotto y le dijo: "No puedo creer lo que hiciste".
Reflexiona Sergio sobre su paso por Defensores: "imaginate que yo cumplí el sueño de jugar en el club del que soy hincha, junto a uno de mis ídolos”, además de hacer un gol que, en principio podría calificarse como histórico.
Días después, en una Asamblea General, los socios de Defensores de Belgrano decidieron mayoritariamente quedarse en la “cancha de toda la vida”. Allí mismo, en los otrora anegadizos terrenos donde hace un siglo se cruzaban la calle Blandengues y el arroyo Medrano, y donde Defensores permanece como único representante futbolístico del Barrio de Núñez.
Por suerte no fue el gol
de Sergio Simionato el último, sino que siguieron muchos más. No obstante, para
quienes vivieron ese momento, quedará en la memoria como un instante mágico, al
menos distinto, cargado de emoción.
Sergio Simionato, que
había transitado las Divisiones Inferiores del Club (fue Campeón de 7ª División
en 1991, de la mano de Luis Salegas, formando parte de un equipo inolvidable),
siguió una temporada màs en el Club, y luego jugó fugazmente en Sportivo Dock
Sud. Con su relato lleno de emoción nos retrotrae a momentos difíciles del Club
y también nos hace saber que quienes vistieron la casaca roja y negra,
difícilmente lo olvidan.
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